martes, 2 de septiembre de 2014

TARJETA DE 1924

Tengo en mis manos una tarjeta postal que Emilio le envió a Benjamina, está fechada el 12/09/1924 pero el sello del correo dice 12/08/1924 en San Nicolás.

El príncipe que menciona es Humberto de Saboya, italiano. En 1924 hizo una gira por Brasil, Argentina y Chile.

Jorgito (el tío Jorge) tenía 8 años en el momento en que fue escrita esta tarjeta.


San Nicolás, Setiembre 12/1924
Querida Benja:
Son las nueve horas y me apresuro a escribirte para saber cómo sigue Jorgito, ayer recorrí varias tiendas y no he podido encontrar medias de lana, pero nuevamente, esta mañana iré a otras tiendas; parece que todos visten a la moda con medias delgadas y ya nadie siente el frío! Lo que es la moda.
El tren que veníamos con Chayllada y Fernandez estuvo parado en esta estación una hora esperando la llegada y salida del tren que iba el príncipe; el pueblo de San Nicolás en masa, parece que se había dado cita en la estación para saludar al Príncipe, pero el Señor Príncipe no se dejó ver y eso que lo esperaban con la banda y banderas.
Chau
Emilio.

Siendo fiesta el viernes, es probable que vaya y me quede, pasando por alto el sábado


CARTA DE MARÍA M. DE ALBARRACÍN A SOFÍA G. DE CURRAT

Otro aporte de la Tía Mimí, la que sigue es una carta de María M. de Albarracín (de La Plata) a la bisabuela Sofía, contándole que Benjamina se había recibido de maestra.



La Plata, 25 de enero de 1907

Sra. Sofía G. de Currat

Querida Sofía:

Con gran placer he recibido su carta, en que me da detalladas noticias de Pedrito, le agradezco en el alma pues ya estaba algo intranquila por el silencio que se observaba, pues ni él ni María escribían. Me alegro muchísimo que se encuentren bien.

En la suya me dice que el padrino lo lleva siempre en automóvil, no creía que se hubiese ido a Mar del Plata. ¡Cómo estará! Pues era su delirio subir en automóvil cuando estaba acá.

Tendría grandes deseos de participar con Ud. de esos momentos felices en que Ud. contempla los suyos todos reunidos, pero querida Sofía, al contestarle ésta siento xxxx yo también, en estos momentos pues aparece Benja ya maestra infantil, acaba de dar su práctica en la que ha salido airosa como siempre. El tema era ¡El soldado! Y Josecito la esperaba anhelante pues le había prometido los soldaditos que traería a su regreso.

La felicito Sofía y creo que mis augurios xxx eran mal fundados ¡Qué le diré a León! Si estuviera cerca de él tendría que tirarle una oreja. ¡Tan rebelde que estaba, ahora …!

En fin creo que todos son iguales. Dele muchos recuerdos y mis felicitaciones y dígale que son pocas las que como Benja, sin recomendaciones, debe todo a sus propios méritos. No crea que las que se anuncian por telegrama son las más meritorias.

Deseando que se encuentren bien con cariños a los suyos, besos a Pedrito, reciban Uds. los afectos de su sincera amiga

María M. de Albarracín

FOTOS FAMILIARES MÁS RECIENTES

Por último un par de fotos un poco más recientes.

La foto de primer año en el Nacional de San Pedro de Alberto Semorile (mi papá), fue tomada el 09/08/1937.


Es impresionante la nitidez que tiene la foto original! Sin pixeles a la vista… La versión que pude subir es bastante menos detallada…

Sr. Director Juan S. Peralta y Sr. Regente Jorge Sánchez Negrete
De izquierda a derecha, elevados. Manuel Ogallar, Nicolás Natalichio, Abelardo Cavatorta, Hugo Corti, Antonio Bauzá, Hugo Luchesi, José del Bosco, Carlitos Chá, Ricardo Fontana, Francisco Yamuni.
De izquierda a derecha, de pie: José María Capriglioni, Blas Corti, Enrique Manchego, Raúl Farina, Annover Biscaldi, Felipe Pelletier, Alberto Semorile, Horacio Hulguich, Atilio Culise.
De izquierda a derecha, sentados: Ignacio Pessoli, Emilia González, Emma González, Inés Fernández, Leticia Jeanmaire, Asdrúbal Porta.
De izquierda a derecha, en el suelo. Mario Cassino, José Collareti, Oscar Brandli, Héctor De Vincenzo, José Garibaldi, Oscar Vozzi, Carlos Carrera, Roberto Devoto.

Y ahora primos … tienen que animarse a ver la foto que va a continuación !!!. Fue en el casamiento de Lola y Tomás, estamos todos en la escalera del salón donde se hizo la fiesta. 
No tengo la fecha exacta pero debe haber sido en el ’63. Seguro alguno podrá decirme la fecha correcta.

De arriba hacia abajo (y de izquierda a derecha): Susana, Titi, Cristina, Inés, Liliana, Cristina, Pipe, Lalo, María Raquel, el Negro, yo, Rosita, Julio, Julieta, Graciela, Patricia y Ema.


domingo, 3 de agosto de 2014

FOTOS FAMILIARES

De los mismos negativos que mencioné en la entrada anterior, subo ahora algunas fotos familiares muy antiguas.

En esta primera se ve a parte de la familia de Juan Bautista Agustín Semorile y Teresa Mussante (los padres del abuelo Emilio) en el patio de la casa familiar de San Martín al 1300 de Baradero: 

De izquierda a derecha, arriba: Adela Semorile, Agustín Semorile (padre), Teresa Mussante (madre), Paulina Maura (conocida como Elvira) Semorile, María Luisa Semorile y Jacobo Domingo (conocido como Santiago) Semorile. Abajo, de izquierda a derecha: Victoria Teresa Semorile y María Elena Jorgelina Semorile.

En la siguiente se ve una parte de la casa de Victoria Teresa Semorile y Julio Genoud:


Ahora van dos fotos de la chacra de León Currat:

En la siguiente, en el extremo inferior derecho, al lado de un carro, se ve a Benjamina, Raquel (Raca), Alicia y Noemí (Mimí). Probablemente puedan identificar a alguien más.

Por último, una hermosa foto de casamiento de la abuela Benjamina con el abuelo Emilio.



BARADERO ANTIGUO

Cuando se desocupó la casa de la abuela Benjamina, algunos negativos de vidrio fueron conservados por Alberto, luego Gerardo los reveló y Graciela los guardó, ordenó y finalmente digitalizó.
En esta entrada van los correspondientes a algunas imágenes antiguas de Baradero.
Que las disfruten!
Si alguien tiene más datos sobre fechas o lugares en que podrían haber sido tomadas, serán bienvenidos!






Plaza de Baradero





domingo, 1 de junio de 2014

MIMÍ SEMORILE Y EL DÍA DEL INMIGRANTE 04/09/2011

En el acto del Día del Inmigrante, 4 de septiembre de 2011, Mimí Semorile dijo estas palabras que les transcribo a continuación:

Es mi propósito, en esta fecha honrar la memoria de las mujeres inmigrantes que, en distintas fechas y desde diferentes países llegaron a nuestro pueblo.
Ellas, pequeñas con sus padres, o adultas con su marido y sus niños, dejaron su tierra de nacimiento, sus familiares, sus afectos y tal vez sus ilusiones. Partieron rumbo a otro país de gente, paisaje, lengua y costumbres desconocidos. Sabían, sí, del viaje largo y azaroso que les esperaba. Su maleta más grande sería seguramente la de la esperanza y la fe: esperanza en el porvenir a ganar con su trabajo y fe en la mano que Dios les tendería.
Sin duda fueron las mujeres, por más sensibles y débiles, las que más sufrieron el desgarro de la partida; el corte, quizá definitivo, con lo que dejaban.
Doña Sofía Currat, mi abuela, fue la inmigrante suiza que más cerca tuve y voy a recordarla sabiendo desde ya, que muchas la habrán superado en sus virtudes y capacidades, y que, para tantas otras, sobre todo para las primeras en llegar, la lucha habrá sido más pesada, más difícil, más intensa.
La familia Ginsberg, que ese era el apellido de Sofía, llegó a Baradero en el año 1864. Benjamina Corboz y Frederic Titus Ginsberg con cinco hijos, cuatro mujeres y un varón, vivieron en la vieja casa que existía donde hoy se levanta el edificio de departamentos de la calle Bulnes.
Muy pronto Sofía se casó con el herrero León Currat (1887), quien había llegado con sus padres y hermanos, a la edad de tres años, en noviembre de 1867.
Tiempo después, los padres y hermanos de Sofía, se radicaron en San Juan.
Mi abuela trajo de Suiza su diploma de Modista y Sombrerera. Mientras criaba y educaba a sus siete hijos, regenteó un pequeño taller de costura en la habitación más grande de su casa, la de la esquina de Santa María de Oro y Cabrera, donde muchas jóvenes criollas, aprendieron de ella el oficio de la costura.
A su profesión le agregó muchas habilidades. Como cocinera, sus platos olían como los mejores: sopas cremosas; budines; tortillas; bocadillos; papas a la suiza o papas al gratín; los fideos con manteca y queso, cubiertos con abundante pan y queso rallados y al horno bien caliente. Sus pastas caseras: tallarines, ravioles, ñoquis, los alcauciles al infierno; las hamburguesas que ella llamaba “bifes alemanes”; recuerdo por último la choucrute que preparaban en un barril de madera.
La canela siempre acompañaba a su arroz con leche y a muchos postres. La sémola con leche desmoldada sobre un plato hondo, era bañada con una salsa hecha con vino, azúcar y canela.
Sus dulces, licores y jarabes para la tos, no faltaban en su gran aparador verde, lo mismo que las conservas, pickles y escabeches.
Todo se hacía en la casa, sábanas, manteles, servilletas, cortinas y hasta colchones de lana; almohadas y acolchados de plumas.
Recuerdo a mi abuela con su tejido de cuatro agujas. En sus manos, medias y guantes tomaban rápidamente la forma y el tamaño deseado.
Quiero destacar también el perfil generoso de la abuela Sofía. Ella acudía siempre en ayuda de algún vecino enfermo, colaborando con su experiencia y trabajo.
Mi madre nos contaba que en esa casa era común se alojaran suizos recién llegados, hasta que se les conseguía una ocupación y una vivienda segura.
Inmigrantes italianos, numerosos en el barrio, encontraban en la abuela Sofía orientación, apoyo y ayuda en los primeros tiempos en ésta su nueva tierra.
La Sociedad Suiza de Socorros Mutuos de Baradero, la contó siempre entre las organizadoras de celebraciones y festividades. Y, ya pasados los días de intenso trabajo, integró durante mucho tiempo la Comisión de Damas del Hospital Municipal San José.
Siempre tenía a mano una golosina, un chocolate, una fruta o galletitas para el nieto que la visitaba. Paciente y cariñosa con los pequeños a quienes brindaba toda su atención.
Hijos, nietos y bisnietos hemos escuchado de ella una cancioncilla que dice así:




Ainsi font, font, font
trois petites marionettes
ainsi font, font, font
trois petits tours
et puis s'en vont
  
Y hacer, hacer, hacer
tres marionetas
y hacer, hacer, hacer
tres pequeñas torres
y luego ir

VIÑA CRUZ BLANCA en PERÚ

Lorenzo Semorile fue un inmigrante italiano, marino mercante, que llegó a Perú a finales del Siglo XIX con sus tres hijos quienes se dedicaron a la agricultura, especialmente a la cosecha de uvas.


La Viña Cruz Blanca fue fundada por uno de los hijos de Lorenzo Semorile: Bartolomé.


En la página web de la bodega: http://www.vinoscruzblanca.com/ encontrarán la historia de su fundación:

Fue fundada en el año 1910 por Don Bartolomé Semorile Amandolesi, inmigrante italiano que le otorgó el nombre de Viña Cruz Blanca. Al fallecer Don Bartolomé Semorile Amandolesi en 1917 su esposa Toribia Avalos Vda. de Semorile se hizo cargo de la bodega hasta que sus hijos Alejandro y Bartolomé tuvieron la edad necesaria para quedar al frente de la bodega, esto aproximadamente hacia 1928. Se formó entonces la empresa de elaboración de Vinos "Sucesión Bartolomé Semorile"

Con gran esfuerzo y tenacidad los dos hermanos ampliaron la bodega y adquirieron las máquinas necesarias que les permitieron superarse cada vez más en la elaboración de vinos Tinto, Borgoña, Blanco y Moscato. Así obtuvieron premios en las tradicionales vendimias que se realizan en el distrito de Santiago de Surco desde 1938.

sábado, 22 de febrero de 2014

AGUAFUERTE

Las búsquedas en internet se asemejan a tirar una red, un medio mundo o algo similar: a veces no sale nada y otras encontramos pequeños tesoros.


Esta vez la red trajo una hermosa aguafuerte de una artista italiana llamada Federica Galli. Me gustó mucho y la quiero compartir con Uds. Se llama Semorile y es una vista muy linda del pueblo.

Aguafuerte sobre papel, Federica Galli
Fuente: http://www.arthenaweb.eu/

Algunos datos sobre la artista tomados de la misma página:

Federica Galli, una destacada exponente del arte del grabado italiano, nació en Soresina - una aldea en las afueras de Cremona - en 1932. Inmediatamente después de la guerra, en 1946, logró convencer a sus padres para inscribirse en la escuela de arte en Milán y en 1950 en la Academia de Bellas Artes de Brera, donde se graduó en pintura cuatro años después. Comenzó a grabar en 1954 - " El país de Alberta " - cimentándose en el grabado que nunca abandonó. Falleció el 6 de febrero de 2009, encomendando su legado artístico a una Fundación - que lleva su nombre - que tiene como objetivo mantener viva su actividad artística. Desde su primera muestra (Milán en 1960), tiene la aprobación tanto del público como de la crítica. Logra los principales premios institucionales obtenidos alguna vez por un artista contemporáneo, es la primera artista invitada a exponer en la Fundación Cini de Venecia (1987) con la colección dedicada a la ciudad de los canales, el Museo del Palazzo Te en Mantua (1987), el Castello Sforzesco de Milán (1988), en los Archivos imperiales de la Ciudad Prohibida, la galería Wang Fung, (1995.

domingo, 16 de febrero de 2014

HOMENAJE EN EL DÍA DEL MÉDICO 2013

En diciembre pasado recibí el artículo que ven abajo del texto refiriendo un homenaje al Dr. Jorge Semorile, médico de Chovet (el tío Jorge).
Fue publicado en un diario de Venado Tuerto el 6 de diciembre de 2013 y lo envió Jorge (Pipe), su hijo.
Con un poco de atraso y las disculpas del caso a Pipe, lo transcribo a continuación:

HOMENAJE EN EL DIA DEL MEDICO
Dr. Semorile, el médico de Chovet
En cada Día del Médico la comunidad de Chovet recuerda con mucho afecto y cariño a quien fuera por muchos años el referente de la salud de la población, el Dr. Jorge Semorile. Corría el año 1944 y el entonces joven profesional, oriundo de Baradero, se radicaba en Chovet para ejercer su profesión. Dice la historia reflejada en el libro “Las Hornallas” que un 18 de marzo de 1956 en el Salón Iris(¿) del Club San Martín ya los distintos sectores de la comunidad agasajaron al Dr. Semorile. En nombre del pueblo y la colonia de Chovet se le hizo entrega entonces de un moderno aparato de Rayos X, elemento muy importante en aquellos tiempos. “Durante el acto que se prolongó más de tres horas -continúa una crónica- no cesaron de hacer objeto de expresiones de cariño al agasajado, especialmente invitados estaban sus padres Luis Emilio y Doña Benjamina, sus hermanos Alberto, Adolfo y Emilio.” Con el correr de los años la reciprocidad de afecto con la comunidad fue creciendo y en el año 1994 se realizó otro acto de agradecimiento en honor a los 50 años de brindar sus servicios. Su esposa Olga y sus hijos Susana y Jorge acompañaron entonces al profesional en un acto tan emotivo como el de años atrás.

Hoy el Dr. Semorile no se encuentra entre nosotros, pero su impronta quedó para siempre en el corazón de cada chovetense. Por tal motivo, una calle del pueblo lleva su nombre y, de la misma manera, la Estación de Ómnibus. Vaya también este recuerdo para un gran amigo del Dr. Semorile, Ramón Sosa, incondicional colaborador de la Unidad Sanitaria local, quien no dejaba pasar oportunidad para destacar siempre las bondades personales y profesionales del recordado médico.


martes, 28 de enero de 2014

MAS RECUERDOS DE MIMÍ SEMORILE Y ÑAÑA CURRAT

A continuación completo los recuerdos que me acercó Mimí Semorile en la última reunión de primos en Baradero hace un par de meses, a orillas del Río Baradero.

Espero que los disfruten.

8.      Los sombreros de Camila
En ese entonces, compañías de teatro en giras por el interior, visitaban a menudo el pueblo de Baradero.
Camila Quiroga, destacada actriz de la época, debió quedarse aquí unos días a causa del mal tiempo. Conocedora de las habilidades de Mme. Sofía, concretó una cita para que le reformara varios sombreros.
Sofía recomendó a su numerosa prole (siete niños) no aparecer en escena mientras la celebridad estuviera en la casa. Pero sus ojos curiosos brillaban por cuanta hendija propicia encontraron. El trabajo fue entregado en el tiempo establecido y doña Camila mandó efusivas felicitaciones a la eficaz Sofía, que citaba asiduamente y con orgullo su relación con la famosa actriz de ese tiempo.
9.      El perfil generoso de Sofía
Doña Sofía, como todos la llamaban, acudía siempre en ayuda de vecinos enfermos, colaborando con su experiencia y su trabajo. Mi madre, Benjamina Currat, nos contaba que en “esa casa” era común que se alojaran suizos recién llegados, hasta que se les conseguía una ocupación segura y una vivienda para la familia.
También inmigrantes italianos, numerosos en el barrio, encontraban en la abuela orientación, apoyo y ayuda en los primeros tiempos en ésta su nueva patria.
10.      De las fiestas navideñas
Mi madre, Benjamina Currat, hija de una protestante y de un católico fue bautizada en la Iglesia Católica, practicando siempre esta religión.
Ella nos contaba que para las Navidades, asistía a la Misa del Gallo que se celebraba a medianoche, y que eran muy largas. Así se esperaba el Nacimiento del Niño Dios. En realidad se reunían alrededor de la mesa familiar, el día 25 y se consumían, como ahora, frutas secas, turrones y chocolates, siguiendo tal vez la tradición europea. En casa de la abuela no faltaban nunca estas golosinas para repartir entre pequeños y golosos nietos.
11.      La habilidosa y trabajadora abuela Sofía
La recuerdo con su tejido de cuatro agujas. En sus manos, medias y guantes de suave y abrigada lana tomaban rápidamente la forma y el tamaño deseado.
No he visto otros zurcidos, remiendos y parches tan perfectos como los de la abuela. Muchas veces nos ponía en las manos un mate, una media rota y nos enseñaba a zurcir.
Las frutas y hortalizas de estación se convertían en riquísimos dulces y gustosos pickles o escabeches. Nada se tiraba en esa ni en ninguna casa.
12.      Las comidas y bebidas que recordamos
El aroma del café, que percibíamos desde la puerta de entrada, no lo olvidaremos nunca. No sé qué ingrediente le agregaba que le acrecentaba el color, el sabor y el aroma. Sus tazas blancas, enormes. Las tostadas calentitas de pan casero con dulce elaborado en su cocina, a leña o carbón, según conviniere.
Sus sopas cremosas incomparables: la de harina tostada con cebollas fritas, la de cebollas, las de harina de porotos o garbanzos.
La canela siempre acompañaba el arroz con leche y a muchos postres. La sémola, hervida en leche azucarada que, bien firme, desmoldaba sobre un plato hondo, era bañada con un jarabe que hacía con vino tinto, azúcar y canela. La acompañaba con compota de ciruelas secas o pasas de uva.
Sus dulces, licores y jarabes para la tos, no faltaban en sus alacenas.
El abuelo León, decían en la familia, combatía el frío echándole a la sopa un buen chorro de vino tinto.
Cuando el frío se hacía sentir tomaban vino caliente con canela.
Las papas a la suiza o papas al gratin. ¡Qué aroma inconfundible! Todos sabían, sin preguntarle, qué estaba cocinando. Papas cortadas en rodajas, sal pimienta, abundante queso rallado, leche, manteca o aceite y crema. Gratinados al horno.
Los fideos con manteca y queso y luego cubiertos con pan y queso rallado abundantes. Horno caliente y … listo, exquisitos.
Otro de los platos en la casa de la abuela Sofía, la choucrute, que preparaban en un enorme barril de madera, se comía con carne de cerdo, papas y facturas elaboradas en la casa: huesos salados, cueritos, panceta y chorizos.
Muchos eran los platos a base de verduras que la abuela preparaba. Bocadillos, budines, tortillas, croquetas, purés, salsas, cremas, etc. Ponía toda su imaginación en la combinación de sabores y en la presentación de sus platos.
Sus alcauciles al infierno, dorados y calentitos, una verdadera delicia.
Todo se hacía en la casa. Sábanas, manteles, servilletas, cortinas de puertas y ventanas y hasta colchones de lana y almohadas de plumas. Los plumones, antecesores de los acolchados, estaban también rellenos, seguramente de plumas de gansos.
Podríamos hablar también del patio de la abuela; ella no tenía tierra para sus plantas. Todo el terreno lo ocupaba el taller; pero enormes macetas lucían sobre el piso, cubierto de mosaicos de hermosos dibujos. No se veía una hoja seca, un yuyo o una rama quebrada…

Al pie de sus plantitas dejaba crecer un trébol de pequeñas flores rosadas que, decía, le recordaban las flores silvestres de la campiña suiza. Dos grandes bancos, de hierro y madera, construidos en el taller de la familia, sillones y sofá permitían pasar la tarde bajo la sombra de un gran toldo de lona.